Intentando hallar las razones
de mis propias penas,
una gran verdad encontré:
Que no necesito buscar respuestas,
en todo aquello que ya se fue,
porque "la vida es cuestión de fe".
¿Para qué seguirse lamentando
de la tranquilidad que se ahoga?
¿Para qué seguirse preguntando
por razones que no se agotan?
¿Para que insistir en mirar atrás
si la vida ya no está en ese lugar?
¿Acaso no te das cuenta
que el tiempo se está acabando?
¿Acaso sigues siendo ajeno
a la vida que estás desperdiciando?
¿Acaso no es injusto ignorar
el sentimiento que estás derrochando?
¿Qué importa tener roto el corazón
si de todas formas te sientes culpable?
¿Qué importa la causa del dolor
si, aún sabiéndola, te sientes vulnerable?
¿Qué importa cargar con tu cruz
si lo más importante eres tu?
En aquello que sientes y no ves,
es donde ha de estar puesta tu fe.
Basta dejar a un lado la razón
y vivir sintiendo con devoción.
Ya que tus misterios no se han resuelto,
por mucha mente que les hayas puesto.
Por ello, más que palabras bonitas,
basta brindar una dulce sonrisa.
Más que volver y volver al pasado,
basta con amar y sentirse amado.
Y más que por "cómos" preguntarse,
sin temor, hay que entregarse.
A la vida no basta entenderla,
sino sentirla, amarla y aprehenderla.
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Comentarios
Ay ami
que bellas letras...
quiero verte mas allá de toda tristeza, se que podrás, eso lo se...
Un beso
5/4/08 8:42 PM